Escribe Paco Mira:
STEPHEN
HAWKING, EL TOISON Y LA VIÑA
Con el corazón en la mano, déjenme
que felicite a mis amigos los chicharreros. Han conseguido, sólo con una
visita, el hacerse famosos en todo el mundo. Han conseguido ser el foco mundial
de una investigación, que por extraña que parezca, tiene que ver con el mundo
de la religión. Tiene que ver con nuestro mundo, tiene que ver con la realidad
que muchos afirmamos todos los días y que otros niegan con rotundidad. Por
ello, por la contradicción que pueda parecer, por las ganas que se han puesto en ello, por el esfuerzo que han hecho
por conseguir lo que consiguieron, les felicito.
Sin duda han conseguido que todo un
fenómeno como Stephen Hawking, estuviera con ellos – y en el fondo con todos
nosotros - compartiendo su sabiduría y
su sapiencia. Stephen todo un fenómeno en descubrir de dónde venimos, en
descubrir cuál ha sido el origen de nuestra existencia, el poder conocer como
ha surgido todo lo que contemplamos, lo que no hemos visto e incluso lo que nos
podemos imaginar… ha querido dejarnos una pincelada de su sabiduría: “Dios no existe, porque soy ateo”. Pues
les puedo confesar que es como el que dice soy futbolista porque juego al
fútbol. Lo extraño sería, que un ateo dijese que cree en Dios., o que un
futbolista odie darle patadas a un balón. Claro, esta afirmación que yo hago
así de fácil, él la argumenta en toda su profundidad. Es más en alguna ocasión
afirmó la posibilidad del Toisón o agujero de Dios. Bueno, en el fondo, la
contradicción interna, la duda positiva, es buena.
Y en medio de todo esto, en medio de
todo este tornado ideológico, filosófico, teológico… nuestro Dios creador de la
vida nos invita a la viña de nuevo. Es como si le dijese a Stephen, vete a
trabajar a mi viña y como el hijo del evangelio de este domingo, él le dice que
no. El hijo de la parábola es el prototipo de muchos “farrucos” de nuestra
tierra y de otras muchas, que se
enorgullecen de decir lo contrario de lo que piensan, pero luego sus obras
acreditan y confirman lo que llevan en su interior. Muchos sentimos vergüenza,
sentimos descrédito, sentimos una sensación extraña cuando afirmamos lo que el
comité de científicos se encarga de demostrarnos que no es verdad y nosotros
seguimos afirmando nuestra realidad maravillosa de Dios padre y creador.
Ese Dios en el que muchos creemos,
nos vuelve a invitar este fin de semana a trabajar no para él, sino con él en
su finca, en su tierra, en su viña. Nos vuelve a llamar a todos y cada uno de
nosotros por nuestro nombre y muchos decimos NO, pero luego nos arrepentimos y
creemos y pensamos que merece la pena y a regañadientes vamos a trabajar con él. En el fondo
demostramos nuestra bondad., aunque, a veces, la viña no sea un lugar agradable
de trabajo.
Pero como siempre, en el contrato de
trabajo, el viñador pone una cláusula, pone una condición y es que para
trabajar con él, hay que ser humilde. Y pone como ejemplo a su hijo, que a pesar de su condición divina no hizo
alarde de su categoría de Dios. Quizás a nosotros no nos haga falta la
sapiencia y la sabiduría de Stephen para decir que sí a lo que él dice que no.
También nos lo recuerda Mateo en su relato. Las prostitutas y publicanos lo han
entendido. Dios toca el corazón de los humildes y sencillos.
Precisamente este fin de semana un
grupo de gente sencilla, de agentes de pastoral, en Santa Brígida, cargaron pilas, para seguir afirmando la
bondad de un Dios de vivos, que vive y que camina con nosotros. Han cargado
pilas para poder compartir con la comunidad que les arropa, les apoya y les
confía la tarea, nada fácil, de seguir proclamando que el mensaje de Jesús,
merece la pena.
Me gustaría dar las gracias a
Stephen Hawking porque sigue estudiando que Dios no existe; porque sigue
afirmando la posibilidad de que sea cierto y por eso él lo niega y consigue que
esté de actualidad; porque cada vez me
siento más orgulloso de seguir trabajando en la viña de mi padre Dios, con él y
con todo aquel que quiera hacerlo y que tenga una cierta dosis de humildad.
Por cierto, Stephen: si Dios no
existiera, igual no moriría Manuel García Viejo, entre otros.
Hasta
la próxima.
Paco Mira
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