UNA CANCIÓN:
LAS FUERZAS SE REHACEN
EN LA MESA
Me supongo que nos pasa a todos. Escuchamos una canción y nos trae
recuerdos muy concretos de la vida: La primera vez que la escuchamos o la
persona que la cantaba, o el lugar en
donde estábamos… A mí hay canciones que me
“saben” a Vecindario (Pedro te negó, A tope, ….) Otras me recuerdan
viajes a Valladolid (Colegiala) o a Madrid. Y otras las siento más cerca,
mucho más cerca. Está claro que la canción es un vehículo rápido para trasladar
emociones, recuerdos y nostalgias.
Ayer, no sé por qué, estuve todo el día intentando cantar una canción
aprendida en Tamaraceite. Me gustaba y me sigue gustando. La cantaban muy bien las
dominicas que allí vivían. Cuando celebraba la misa con ellas, en aquella
cuevita de su casa, les pedía que la cantaran en cualquier momento de la
celebración. Y allí salía Elena con su voz de ángel: “Las fuerzas se rehacen en
la mesa…”
Anoche quise encontrar en
internet una buena versión de “Las fuerzas se rehacen en la mesa”. No encontré
ninguna que igualara el modo de cantar
de Elena, Lola, Raquel, Esther y todo el
grupo de religiosas. Pero me trajo recuerdos que me hicieron revivir la fuerza
que da la eucaristía, la oración y la
amistad. Y la comunidad de dominicas y
Tamaraceite y la música.
Las fuerzas se rehacen en la mesa,
Se olvidan los silencios sin razón.
Se escucha una nueva palabra
Con la mirada en torno al pan,
En torno a él//.
Una mesa que no tenga horarios,
Mesas amplias, con mucho lugar.
Platos llenos de gran confianza,
Compartiendo el calor del hogar.
Que la mesa reúna ilusiones
y detalles de un mismo vivir.
El sabor del encuentro y la fiesta
Crecerá como masa de pan.
Las fuerzas se rehacen en la mesa,
Se olvidan los silencios sin razón.
Se escucha una nueva palabra
Con la mirada en torno al pan,
En torno a él.
En la mesa vivamos sin prisa,
Cada gesto de hermano y su fe.
Que la mesa serene las penas,
Fortalezca los cuerpos y el dar.
En la mesa busquemos descanso
y un resquicio de un tiempo y un tú,
De aquel tiempo gratuito que empuja
A llevar a los hombres la paz.
Se olvidan los silencios sin razón.
Se escucha una nueva palabra
Con la mirada en torno al pan,
En torno a él//.
Una mesa que no tenga horarios,
Mesas amplias, con mucho lugar.
Platos llenos de gran confianza,
Compartiendo el calor del hogar.
Que la mesa reúna ilusiones
y detalles de un mismo vivir.
El sabor del encuentro y la fiesta
Crecerá como masa de pan.
Las fuerzas se rehacen en la mesa,
Se olvidan los silencios sin razón.
Se escucha una nueva palabra
Con la mirada en torno al pan,
En torno a él.
En la mesa vivamos sin prisa,
Cada gesto de hermano y su fe.
Que la mesa serene las penas,
Fortalezca los cuerpos y el dar.
En la mesa busquemos descanso
y un resquicio de un tiempo y un tú,
De aquel tiempo gratuito que empuja
A llevar a los hombres la paz.
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