viernes, 27 de junio de 2014

NUESTRO CORAZÓN, A VECES, NOS JUEGA UNA MALA PASADA. El DE JESÚS NO.

Escribe:

Paco Mira


NUESTRO CORAZÓN, A VECES,
NOS JUEGA UNA MALA PASADA.
El DE JESÚS NO.

            Y la prueba más evidente la tenemos la semana pasada en el encuentro de la UD Las Palmas y el Córdoba. El éxito, la recompensa a un esfuerzo de nueve meses estaba a punto de cumplirse. Sin embargo el corazón pudo más que la cabeza. Y precisamente ese corazón que ha sufrido, ese corazón que nos ha hecho emocionar en más de una tarde, ese corazón que nos ha dado algún susto, incluso hospitalario, nos ha jugado una mala pasada. Si no hubiésemos saltado al campo, igual…. No hubiese pasado lo que pasó. A veces hay que decirle con la cabeza fría al corazón caliente, que las cosas no funcionan con latidos.

            Es un poco la fiesta que celebramos este fin de semana. Pedro y Pablo. Si ellos me lo permiten, dos grandes monstruos de la fe, del testimonio de la fe; es la fiesta de dos figuras claves dentro de la historia de la Iglesia. Es la fiesta del testimonio, es la fiesta de la expresión de la fe en su máxima altura. Quizás hoy sería nuestra fiesta de recordatorio; a veces recordamos, “¿te acuerdas cuando….?  Y la mente se nos echa atrás y una sonrisa o una lágrima, aflora recordando aquello. Hoy nos podemos preguntar, cuando fue nuestra caída del caballo (que nunca hubo) o cuando fue nuestra confesión de fe que sí hubo.

            Decía que es la fiesta del testimonio del testigo, es nuestra fiesta, la fiesta de los que nos decimos seguidores y testigos de un tal Jesús. Gracias a los que han reconocido a lo largo de la historia que su corazón les ha fallado o les ha jugado una mala pasada, es como en ciertos momentos de la vida, la historia ha ido avanzando, ha ido caminando; gracias a los que se han dado cuenta que hay que rectificar, es como se puede avanzar por veredas insospechadas y a veces contradictorias.

            Pedro no ha sido una excepción, igual que Pablo. Ambos son la imagen viva de los contrastes del cristianismo: por un lado le defendemos a muerte, pero le negamos, canta el gallo, no queremos que nos laven los pies, lloramos…Decimos que somos de él y dudamos también de él; le confesamos como el Mesías y a veces le traicionamos; somos valientes, nos metemos en el patio y cuando nos preguntan si somos uno de ellos decimos que no, tenemos miedo, nos hundimos. Pero la fe que Pedro anuncia, no es una fe de quita y pon, es una fe inquebrantable que ata a Jesús de Nazaret.

            Ahora que muchos comienzan las vacaciones de verano, es una oportunidad muy buena para demostrar que a pesar de las ofertas que normalmente nos atan, hay otras, la de Jesús por ejemplo, que nos libera, que hace que no sintamos vergüenza cuando le digamos a los demás que en un ratito volvemos porque vamos a compartir la fe con otros que sienten lo mismo que nosotros.

            Pedro y Pablo, son una pareja válida para cualquier mundial de la fe. Son una pareja que se faja con cualquiera de los centrales más duros de la defensa más aguerrida. Son los baluartes típicos de que a pesar de las adversidades el mensaje que les llama, merece la pena. Ellos fueron el ejemplo de que el corazón no les jugó, al final, una mala pasada. Ellos fueron fieles hasta el final, aunque este fuera trágico. Por ello, como el salmo de este domingo, el Señor los libró, nos tiene que librar de todas nuestras ansias. Pedro y Pablo, a pesar de las dudas, nunca dudaron de la fiabilidad de un mensaje; Pedro y Pablo, son los caminantes que ante las adversidades polvorientas de los caminos de la vida, siguen para llegar a buen puerto.

            Ojalá copiemos un poquito de Pedro y de Pablo.

Hasta la próxima.


            Paco Mira.

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