viernes, 13 de junio de 2014

DE UNA TRINIDAD (ABDICACIÓN, MUNDIAL, ECONOMÍA) A OTRA TRINIDAD (PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO)


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Paco Mira:


DE UNA TRINIDAD (ABDICACIÓN, MUNDIAL, ECONOMÍA) A OTRA TRINIDAD (PADRE, HIJO Y ESPÍRITU SANTO)

            Tranquilos que no hay dos. ¡Bastante misterio tiene una, como para que encima estemos hablando de dos! Pero me resulta curiosa, la capacidad que tiene el ser humano, que tenemos nosotros, para que en un espacio muy corto de tiempo, vayamos sacando a la luz temas y cambiarlos por otros en función de las necesidades sociales del momento.

            ¡Pues anda que no se le dio cera al asunto de la abdicación del rey!. No quiero entrar en ninguna polémica, pero creo que nuestra querida nación, en España, ya hay bastantes problemas como para crear uno nuevo sin resolver los anteriores. Dudo, y mucho, que los jóvenes de ahora tengan la capacidad de poder decidir la forma de gobierno, cuando según las encuestas lo que menos les interesa es la política. Decía alguien, procura leer, aunque sea el periódico, que una mentira hasta puede ser que se crea. Pero claro, si nuestra cultura no es la mejor, pues los resultados son los que son.

            No contentos con eso, resulta que este fin de semana nos comienza el mundial. Un mundial, también cargado de polémica, por celebrarse en un país que según unos cuantos, quieren cualquier cosa, pero no el derroche en unos campos de fútbol. Aún así, va a suponer el paralizar medio país, para que nos concentremos delante de los televisores, para que vengamos antes de la playa, para evitar salir de paseo los días en los que juegue España, e incluso… podemos cambiar el horario de la misa, para facilitar las cosas.

            Pero la última persona de esta trinidad ficticia, sería la economía. Ninguno de los otros componentes son capaces de arreglar el que exista menos gente en el paro, el que las familiar puedan llegar mejor a fin de mes, el que los niños puedan disfrutar de una comida saludable,  el que las entidades bancarias puedan ser más flexibles para que la gente pueda disfrutar de eso que llamamos economía del bienestar.

            Enfrente de estas tres realidades, estamos los cristianos que este fin de semana celebramos la Trinidad auténtica, celebramos como dice Moisés, el que el Señor vaya con nosotros aunque seamos un pueblo de dura cerviz. Dios, cada dos por tres, sale a nuestro encuentro, se hace el encontradizo con nosotros porque es un Dios que codo con codo lucha a favor de las necesidades de cada uno de nosotros; un Dios que no abandona a la suerte de cada uno a sus criaturas, aún a pesar de todas las ofertas que la sociedad nos ofrece. Es un Dios que nos recuerda que al margen del futbol, hay que gente que no puede disfrutar de cosas como las que nosotros disfrutamos.

            Nosotros tenemos que tener la capacidad de ser moldeables. Tenemos que tener la capacidad de dejarnos invadir por el amor de Dios Padre, manifestado en su Hijo Jesús e impulsado por su Espíritu. Como decíamos la semana pasada, no apaguemos el fuego del Espíritu de Pentecostés. Que arda, que nos queme… eso significa que estamos vivos y que todavía tenemos la capacidad de contagiar y ya no tenemos las puertas cerradas.

            Seamos los remos de Dios. Buscamos soluciones, a veces, infructuosas. Buscamos remedios donde creemos que nos dan la solución. Creemos que la política, el futbol son los grandes enigmas de nuestra sociedad. Nosotros lo único que tenemos que hacer, es dejarnos mover por el Dios trinitario. Quizás sea un misterio, pero es de una eficacia que hace que muchos en nombre de ese misterio sigan anunciando a un Jesús no muerto, sino resucitado.

            Recordando al fútbol, los hinchas del Liverpool le cantan a su equipo que nunca caminarán solos y Pablo a la comunidad de Corinto y a la nuestra nos dice que nos alegremos, que nos animemos, que tengamos un mismo sentir y que vivamos en paz. Y encima Jesús nos dice que la salvación pasa por sus manos. Pues ya sabemos

            No quisiera terminar sin acordarme de María. Deja la casa de todos, para ir a su casa. Ahora nos invita a ir a visitarla: ¡Que hijo se olvida de su Madre!.

Hasta la próxima.


            Paco Mira

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