viernes, 30 de mayo de 2014

IMPOSIBLE NO HABLAR DE MARÍA


Escribe Paco Mira:

IMPOSIBLE NO HABLAR DE MARÍA

            Nuestro Sr. Obispo – mi máximo respeto a su persona y a su autoridad en la fe como pastor – calificaba a María como Nuestra Señora de la Prontitud. Y dicho así parece como si la prisa inundase el corazón y los hechos de nuestros corazones, o como si hubiese que aligerar nuestras mochilas personales por que hay que caminar ligero. Y en parte es verdad. Nuestra vida está demasiado cargada de cosas que impiden que ciertos personajes a los que queremos con locura, no tengan hueco en el lugar reservado para ellos.

            Este fin de semana, María, Nuestra Señora del Pino, viaja a la catedral. Viaja a la casa de toda la vida, viaja a la casa madre, porque en esa casa que es de todos, a todos quiere ver, quiere abrazar y espera, me imagino, que impaciente, la llegada de muchos. Como muchos son los que desde el anochecer están esperando el “pistoletazo” de salida, para que María marque el camino que tenemos que seguir para llegar a buen fin.

            Coincide el viaje, con la resaca del día de Canarias. Me gustaría que en esos maravillosos discursos en los que se ensalza y enaltece lo nuestro, lo propio, lo que nos identifica; discursos en los que no se distingue la derecha de la izquierda, en ese discurso nos acordásemos – se acordasen – de María, como signo inequívoco de lo nuestro, de lo que nos identifica… como signo de una madre que abraza, quiere y acompaña a sus hijos. Una Madre a la que no solamente hay que visitar en el mes de septiembre, o cuando decimos que tenemos una promesa.  Esa Madre ojalá esté en los discursos del día que es de todos.

            Esa Madre es la que después de catorce años se vuelve a poner en camino con sus hijos. Un camino que va a servir para que todos los que vayan con ella le cuenten como les ha ido en la vida, como les va en sus relaciones de familia, como les va en su situación personal de fe. María quiere que el daño de los zapatos también sea el suyo, María quiere que las lágrimas de quienes desde la sinceridad de su vida se ponen delante de ella, también sean sus lágrimas. María del camino, del peregrino…María de la esperanza.

            María es la que nos recuerda las palabras de Lucas en los Hechos de este domingo, cuando el ángel pregunta ¿galileos que hacen mirando al cielo?”. María es la que nos recuerda que el mensaje de su hijo no es un mensaje de embobarse, es un mensaje de trabajo, de esfuerzo, de sacrificio, de levantarse y empezar a trabajar. No es un mensaje de ascensión y de olvido. Este fin de semana que se celebra la jornada de los medios de comunicación social y de la Ascensión, es el momento de recordarnos que el mensaje de Jesús no es un mensaje para quedarnos callados. Es un mensaje para publicarlo y soltarlo a los cuatro vientos.

            Es por ello que también María se pone en camino. Porque no quiere que su mensaje se quede solamente en Teror, quiere ir, como decía antes, a la casa de todos.

            Acompañémosla los que podamos. Recemos los que estemos convencidos; aireemos que el mensaje de ella y de su Hijo, merece la pena. No nos quedemos embobados mirando al cielo. Vayamos a nuestros trabajos, a nuestras casas con la alegría de haber compartido la fe de María, de haber compartido la fe de una madre, que al final siempre es lo que queda.

            Amigos, ojalá que en los discursos, en los actos que correspondan al día que hoy celebramos, nos acordemos de lo nuestro, nos acordemos que una Madre no se cansa de esperar y María nos enseña el camino de un mensaje que no se ha ido al cielo, un mensaje que está entre y con nosotros. Solo nos queda el cogerlo.

Hasta la próxima.


            Paco Mira

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