Escribe Paco Mira:
¡HOSAMNA
HEY!
Por fin llegó, o eso creo que es lo
que los cristianos estamos esperando. Pero sin lugar a dudas la semana santa,
es santa no por la utilidad que nosotros damos de ella, sino por la oportunidad
que ella misma nos ofrece para cuestiones diferentes, dispares… pero para
muchos atractivas, porque en el fondo y en la forma, nos guste o no, lo es.
Es curioso que para muchos de los
que vivimos aquí y quizás en otros lugares, la semana santa es una semana de
estreno: se estrena la campaña playera. Muchos dan por inaugurada la temporada
con unos días al sol y este si es el que más calienta pues mejor. Es, al mismo
tiempo una semana de contrastes y contradicciones: muchos no van a la Iglesia,
pero el viernes cumplen con el sancocho; muchos no van a la Iglesia, pero se
aprovecha para refrescar el sacramento del perdón, aunque digamos que el cura
es un….; muchos no van a la Iglesia, pero el jueves y el viernes nuestros
templos se ponen a tope, eso sí nos quedamos en el sufrimiento y no celebramos
la pascua. Tres días es mucho y por eso dejamos la obra incompleta a falta de
un acto. Pero no nos importa. Lo que cuenta es el jueves y el viernes.
Y mientras, lejos, muy lejos…. Y ¡tan
cerca!, un hombre camina por calles empedradas gracias a los romanos; camina
aclamado – sin saber por qué – por un montón de gente, muchos de ellos niños,
montado en un burrito que previamente había sido encargado por los amigos.
Quizás no entienda por qué aquella gente ha dejado a un lado sus quehaceres
cotidianos, ha dejado aparcados sus rutinas diarias y se echaron a la calle
para aclamarle. Y encima le aclaman como a uno de los grandes reyes de Israel
como era David.
Hoy, quizás, esa misma persona se
vuelve a echar a la calle, pero lo que encuentra es un templo lleno de gente
desconocida porque a lo largo del año no ha compartido su misma inquietud; esa
misma persona se vuelve a echar a la calle y encuentra gente que suele mirar
los relojes porque las celebraciones se hacen interminables, sin entender que
esa persona lo único que hace es servir y eso cuesta un sacrificio.
Esa persona, que montada en un burro,
recorre las callejuelas de una ciudad dominada; es la misma que hoy, y a pie ,sigue
recorriendo las calles de nuestro pueblo, de nuestras ciudades… también
dominadas por la indiferencia, la apatía, el rencor, el odio… el hambre, la
desnudez, el olvido. Lavar los pies doloridos, cansados, ensangrentados no es
tarea fácil y no se justifica con un día. Es un sacrificio de una vida que a
veces el desenlace no es el que queremos. Lavar pies es una tarea que tiene un
ejemplo, que tiene una señal. Es una tarea que nos toca a todos y cada uno de
los que ayudamos a subir a un burrito a esa persona en la que creemos. Lavar
pies es un ejemplo de quien convencido de un compromiso de vida, lo toma como
un servicio a los más necesitados. Y hoy, nuestra sociedad por desgracia, entiende bastante de necesidades.
Eso, en el fondo, es la vida del
propio cristianismo. Tenemos momentos álgidos. Tenemos momentos de grandes
virtudes y grandes acontecimientos, pero
también tenemos momentos en los que la vida nos coloca, quizás, en el lugar que
nos corresponde. La vida está llena de viernes santos, de sacrificios, de
cuestas arriba, pero también de jueves santos, de servicios, de ayudas… de grandes
momentos.
Vivamos el momento del Hosamna. El
momento de la satisfacción del trabajo bien hecho.
Por cierto, al inicio de la semana
santa, un abrazo a Suso.
Hasta
la próxima.
Paco Mira
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar.