Escribe Paco Mira:
UNAMOS LAS MANOS Y NO SEAMOS SOSOS
A veces, nos devanamos los sesos intentando buscar una palabra,
una frase… que nos invite, que nos indique el camino a recorrer. Esa frase ha
de ser siempre sugerente, que nos llame, que nos anime para aquello que queremos
conseguir. Manos Unidas ha sido y es la unión de dos palabras que tiene que
invitar a lo que significan: a entrelazar, a unir, a juntar, a adosar…,
esfuerzos, sacrificios por una causa justa.
Pero claro. Los tiempos que corremos no
suelen ser propicios para escuchar ofertas que nos inviten a tener que rascar
el bolsillo, en cuestiones y materias solidarias. Quizás los tiempos que
corremos, para muchos, son tiempos de abrir los bolsillos y que nos echen
alguna monedilla, aunque sean céntimos, más que de poner nosotros céntimos en
los bolsillos de otros.
Sin embargo, este fin de semana se nos
invita a abrir, no el bolsillo (que también) sino la conciencia de problemas
mayores que el nuestro. Abrirnos a crisis mayores que las nuestras; a
necesidades básicas mayores que las nuestras. Este fin de semana se nos invita
a fijarnos en aquellas miradas agradecidas de quienes en el silencio de su
desgracia, nos están diciendo gracias. Se nos invita a girar la mirada y ver a
los ojos directamente y decirle a otro que es igual que yo, a un semejante, te
quiero ayudar. Este fin de semana se nos invita a juntar las manos, a ser todos
Manos Unidas, y conseguir con mínimo
esfuerzo, la realización de un proyecto que sin demasiados sudores a otros le
viene como anillo al dedo.
Este fin de semana el evangelio nos
invita a ser condimento en el almuerzo de la vida. Una vida a la que le hace
falta el sabor, y aroma. Se nos invita a ser farolas en las calles de la vida.
Calles, a veces, con tránsito difícil y complicado; calles donde la oscuridad
de los acontecimientos hacen de ellas unos lugares de cierta peligrosidad… y
esas farolas, más que nunca, han de alumbrar con mayor intensidad. Por eso no
nos olvidemos que hemos de ser sal de la
vida y luz del mundo. No hemos de ser los únicos, pero hemos de ser los que
siempre estemos en la mano del que nos necesita.
Cuando las noticias nos hablan de gente
muerta por querer saltar la valla en las ciudades autónomas; cuando la ONU manda al Vaticano que
investigue en serio la pederastia, a mí se me ocurre invocar con el gran
Isaías, no te cierres a tu propia carne, sentemos
a los pobres en la mesa de nuestra vida y seremos para ellos la luz con la que
Dios nos ilumina.
Amigos, mientras no seamos capaces de
asumir que los pobres no son seres extraños o ajenos a nuestra vida; mientras no
asumamos que la Iglesia es la casa de todos, con goteras eso sí; mientras no
asumamos que el pan que compartimos en la mesa de la eucaristía es el mismo
Dios que comparte los sufrimientos de los más necesitados… no entenderemos que
tenemos que ser sal de la tierra y luz del mundo.
La Iglesia no es una ONG. La Iglesia es
una comunidad en donde tienen cabida todos los de corazón humilde, sencillo y
abierto, empezando por los más pecadores que de corazón se arrepienten ante la
falta cometida, y por los más inocentes como los niños. Aunamos nuestras manos,
juntemos las mismas para que nadie se caiga y así podemos ayudar a los que lo
necesiten y no seamos sosos, sino que se nos note que damos sabor a la vida.
No quisiera acabar sin tener un recuerdo
emotivo y cariñoso a la familia del seminario y del seminarista que ha
fallecido recientemente. Todas las muertes merecen un recuerdo, pero esta por
el espacio que nos ocupa, hoy tiene su sitio.
Hasta la próxima
Paco Mira
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar.