domingo, 19 de mayo de 2013

CARTA AL VIENTO. UNA TIENDA LLAMADA TABITA


CARTA AL VIENTO

UNA TIENDA LLAMADA TABITA

Tabita, que significa gacela,  era el nombre de una mujer muy especial que vivía en un pequeño pueblo de Israel. Según se cuenta, esta mujer era muy sensible a los problemas de los demás. Y por eso se dedicó a confeccionar ropa  para entregar luego a las mujeres más necesitadas de su pueblo. Si Tabita hubiera vivido hoy en Canarias, y con los datos de la pobreza que reflejan los últimos estudios, seguro que estaría haciendo muchas horas extras para regalar unos pantalones o una camiseta a cuantos lo necesitaran. O tal vez estaría animando a otras “tabitas” a que, como gacelas, se dieran mucha prisa en trabajar para que a nadie le faltara una manta o una chaqueta.
            No sé quien tuvo la idea. Pero desde hace algún tiempo, aquí, en Gran Canaria, existen algunas tiendas que llevan ese nombre. He estado en una de ellas y me he llevado una agradable sorpresa. Su nombre se debe a  Tabita, la generosa mujer de la que habla el libro los Hechos de los Apóstoles. Y la filosofía que está detrás es la misma de aquella sencilla mujer israelita: ayudar a las personas más desfavorecidas.    Ofrecen prendas de vestir, algunas de segunda mano, pero todas tratadas previamente con exquisito mimo en un taller donde se lavan y se hacen los  arreglos necesarios para que sea un producto digno y de calidad.  Aunque se surte gratuitamente a algunas personas que están acogidas en centros como la prisión, la ropa no se regala sino que se ofrece por un pequeño donativo.  Las tiendas Tabita no tienen personal  contratado sino sólo un voluntariado que hace honor al origen del nombre.  ¿Y a dónde va entonces  el dinero de las “ventas”?
     Hay unas cincuenta personas en el taller de reciclaje de ropa. Cincuenta personas con graves situaciones personales o familiares que, gracias a lo que se recauda, reciben una beca  de formación. Y esta beca les permite, además de trabajar todo el proceso para separar y reciclar la ropa que se recibe,  participar en  clases de apoyo escolar y reuniones de formación.
Al final, resulta que Tabita es toda una cadena  solidaria: Desde  la persona que  entrega ropa en buen estado a través de los grupos parroquiales de Cáritas, hasta quienes  están en el mostrador de la tienda y quienes  adquieren una prenda de vestir  por un par de euros para su propio beneficio y el de quienes la prepararon para dejarla como nueva.
Tabita, aquella extraordinaria y sencilla mujer de la Biblia, según cuenta el Libro de los Hechos de los Apóstoles, enfermó un día y murió.  Pero avisaron a San Pedro y éste la resucitó.  No sé si siguió viviendo mucho tiempo más.  Pero la pasada semana, cuando conocí de cerca este proyecto nacido en Cáritas diocesana me convencí de que la buena mujer ha vuelto a resucitar. Esta vez, en las Tiendas Tabita que se encuentran en Ingenio, Vecindario o Cruce de Arinaga.


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