viernes, 20 de enero de 2012

CARTA AL VIENTO: MISIONEROS DE LA UNIDAD

CARTA AL VIENTO:

Misioneros de la Unidad

En estos días, ya lo saben, se invita en casi todas las iglesias a que recemos por la Unidad de todos los cristianos. Cuando yo era un muchachito  casi al mismo tiempo que  empecé a saber que había cristianos a quienes llamábamos anglicanos y otros ortodoxos y otros evangélicos y otros con otras muchas marcas más, casi a la vez, digo, supe que había alguna gente en todos esos grupos, además de los católicos, que soñaban con estar unidos. Y yo, ingenuamente, pensaba que la unión de todas las Iglesias se lograría en unos pocos años. Lo pensaba aún con más seguridad  cuando escuché que el papa Juan XXIII había dicho que eran muchísimas más las cosas que nos unían que las que nos separaban a católicos y otras iglesias cristianas.
Pero ahora, con el realismo que van dando los años,  sé que eso no es tan fácil. Y me da pena, de verdad, que se haya perdido la ilusión o la ingenuidad, que sin duda es  mucho más hermoso que el realismo… La ilusión, los sueños, las utopías son necesarias. Y vale la pena soñar con el día en el que los que creemos en Jesús no defendamos nuestras marcas (católico, protestante o lo que sea) sino a Jesucristo. A lo mejor lo que hay que conseguir es eso que sí existe ya entre algunas Iglesias: respeto mutuo, valoración y diálogo.
Eso mismo es lo que deseo para los miembros de una misma comunidad o Iglesia. Que los católicos, por ejemplo, cada uno con su forma de pensar, sus costumbres y su  ideas, seamos capaces de valorar al otro, respetar la forma de pensar o de actuar del otro aunque sea muy diferente a la mía.
Sigo  siendo optimista y creo que estamos en este camino. Que la Unidad en algunos aspectos no está tan lejos aunque haya que seguir dando pasos, aunque haya que reconocer los fallos históricos de cada uno y los fallos personales que a veces impide querer de corazón al otro que, en definitiva, es lo que importa.
Daniel, un niño de 12 años  que está en la catequesis de síntesis de fe,  lo tiene muy claro. El pasado domingo comentamos en la misa que este próximo domingo se celebra en nuestras parroquias el Día de la Infancia Misionera.  Al salir de la iglesia me comentó que a él le gustaría ser misionero.
-¿Para qué quieres ser misionero, Daniel? Le pregunté.
Y él todo convencido me respondió que  él quiere que toda la gente del mundo  se quiera  y se ayude, no importa donde viva y cómo sea. Y que para lograrlo él va a empezar ayudando donde sea necesario.  Me lo decía con tanta seriedad que no pude menos que felicitarle y animarle a empezar ya a ser misionero.
Y cuando ya  me quedé solo,  pensé que mi sueño de que todas las Iglesias cristianas estén unidas, no es algo a lo que hay que esperar para más adelante o para cuando los líderes de cada religión se pongan de acuerdo. No es ninguna utopía incumplible. Como Daniel, hay que empezar ya. Rezar por la Unidad de las Iglesias y colaborar a que nos respetemos y nos valoremos es ya una forma de misión. Como Daniel, el niño de 12 años, ustedes y yo podemos hoy empezar a ser misioneros de la Unidad.

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