domingo, 10 de julio de 2011

Diario de un cura: MANO DE SANTO

Diario de un cura: MANO DE SANTO

Hace sólo unos minutos que llegué de Urgencias del centro de salud de Agüimes. Por culpa del asma tuve que estar allí algo más de dos horas. Si esto fuera un parte médico de los que se leen cuando algún personaje importante se pone malo, habría que empezar diciendo que esta mañana empezaron los síntomas de que hoy tocaba “dificultades en la respiración”. Pero yo, la verdad, estaba más entretenido en que hoy era domingo y además día de san Cristóbal y fiesta en la Goleta.  Así que, en las tres misas que celebré me referí a S. Cristóbal sosteniendo con su mano al  Niño sentado en su hombro. Casi de la misma forma que anoche Tinín, mi ahijado de boda, me visitó con su hijo Francisco.  El chiquillo no se despegó ni un instante de la mano de su padre. Me gustó el cariño con que Agustín trataba al niño y me gustó que, aprovechando su viaje a Gran Canaria,  quisiera compartir unas horas conmigo.
En la misa del mediodía participó Carmen C., que es muy observadora  y no pierde la oportunidad de hacer  alguna crítica … a casi todo.  Cuando acabó la eucaristía me dijo:
    -Esta misa…¡hasta a mí me gustó!
     No sé si fue porque  le dio vida la presencia de los jóvenes que van a participar en la Jornada Mundial de la Juventud o por el buen ambiente que  se crea en estas celebraciones del domingo. Sea por lo que sea…¡mano de santo!
    Mano de santo deben tener también los animadores de jóvenes que logran tanto en la Playa como en el Cruce que los muchachos participen con mucha alegría en la misa. Igual mano la delos suegros de Fany, la Argentina, que me obsequiaron ayer con unos dulces hechos por ellos que son irresistibles.
     Al mediodía me fui a la playa de S. Agustín a caminar un poco y zambullirme unos minutos en el agua. No había aparcamiento. Pero, de repente, un coche que va a salir,  me ofrece el puesto y, además se acerca el conductor  a  mi ventanilla para dejarme el tique del aparcamiento. Cuánta amabilidad en personas que uno ni conoce. Me admira. Pero luego, después del paseo por la arena y el baño, el asma me volvió a recordar que hoy era…su día. Y apareció de nuevo el síntoma de la mañana. Y cuando estaba dispuesto a regresar a la parroquia con las dificultades respiratorias,  apareció Paki la catequista que se ofreció, muy generosa, a ayudarme… ¡Mano de santo, de verdad!
      Celebré la misa en La Goleta. El viento impidió que saliera la procesión pero no la bendición de muchísimos coches que pasaban delante de la imagen de San Cristóbal. Ni tampoco el viento pudo con los gestos de personas que expresaron que aquello les gustaba: Alicia, Carmelo, Pepe, Lucía, Adela , Antonio…Cantó Rodian  una canción en contra de la violencia y yo no vi sino señales de paz por todos sitios. ¡Mano de santo!
     Terminada la misa me vine a la casa parroquial. Y aquí, nuevo aviso del asma que sólo respetó, al menos en parte, las celebraciones eucarísticas (¡que bueno es el asma!).  Ya me parecía demasiado y corrí a urgencias en mi coche. Antes, me pasaron varios nombres de personas a las que podía pedirles que me llevaran, pero ¿les iba a estropear dos o tres horas de una tarde de domingo? No, me decidí a ir por mi cuenta. Llegué sin casi poder  hablar. Camino de Agüimes, a la altura de La Goleta, me acordé y le dije a San Cristóbal:
     -Chacho, S. Cristóbal, todo el día hablando bien de ti… y tú  no me ayudas. Échame una mano, hombre.
     En el Centro de salud, la doctora de guardia me trató von oxígeno, Pulmicort, algo de paciencia y una inyección de Urbason.
     A las dos horas más o menos, me auscultó de nuevo  y dijo que ya podía marcharme. Pero antes, asombroso, sin que yo le hubiera comentado nada, me dijo:
     -Esta noche podrá dormir tranquilo. Porque  el Urbason es… ¡mano de santo!

(Puedes ver en  los álbumes siguientes, fotos de la fiesta de La Goleta  hoy y de los chicos que van a la JMJ  y que participaron en la misa de este mediodía)







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