sábado, 9 de abril de 2011

DIARIO: LOS HIJOS DEL CURA

DIARIO: LOS HIJOS DEL CURA
Fue la semana pasada. Cintia, 15 años, había logrado participar por vez primera en una misa "entera", y estaba satisfecha. Me lo estaba contando allí muy cerca del presbiterio, cuando la gente ya salía de la iglesia. En esto vino Antonio, un niño de 10 años y, muy cariñoso, me dio un beso y se despidió. Cintia preguntó muy seria:
-¿Ese niño es hijo tuyo?
Yo la miré medio sonriente pensando que me estaba dando una broma.Pero al verla tan seria, sólo alcancé a decirle:
-No, no, es un niño de la parroquia...
Después, al pasar las horas, empecé a saborear aquel breve diálogo. Me gustó la ingenuidad y lo espontáneo y natural de la pregunta de Cintia. ¿Por qué extrañarse uno de la pregunta cuando tanta gente te llama Padre? ¿Por qué extrañarse si uno realmente se siente muchas veces "padre" de estos niños que te preguntan, que te dicen cosas que ayudan a pensar. De los niños o de los grandes a los que quisieras transmitir la bondad de Dios Padre-Madre. Durante la semana he recordado varias veces la sencilla anécdota. Y por momentos he llegado a vivir esa "paternidad". Por ejemplo cuando Alicia, que se confirmará dentro de unos meses, me propuso como padrino, lo cual me satisface por muchas razones. O cuando P.L. que es pensionista intenta por todos los medios colaborar económicamente con la parroquia haciendo un donativo que yo considero excesivo para sus posibilidades. Le digo que no de todas las formas que sé. Considero que la parroquia tendría que apoyar a P. y no al revés. Pero a pesar de mi negativa, P., como un hijo rebelde, salió con la suya dejando un sobre debajo de la puerta. Así pasa con una señora inmigrante,  de Latinoamérica, que todos los meses trae un donativo a la parroquia  porque dice que ella debe entregar el "diezmo". A mí me parece mucho porque, por lo que me cuenta, anda bastante apuradilla. He logrado que reduzca a la mitad lo que entrega y así y todo me da mucho apuro recogerlo. Tal vez tendré que ejercer de "padre" y decirle que no, aunque valoro muchísimo su gesto igual que también el de P. y ojalá sirva de ejemplo para muchas personas, también para mí.  
     Ayer me tocó celebrar dos entierros en San Rafael de Vecindario. El de de Rosarito (madre de Tina) y el de Carmelo (padre de Delia, de Doctoral). Los años vividos en Vecindario no se han borrado ni mucho menos. Y realmente me sigo sintiendo tan cercano a las dos familias que podría considerarme no sé si hermano o tío  o padre. Al menos me siento "de la familia".
      Este mediodía comí con mis hermanos y muchos de mis sobrinos y resobrinos aprovechando el cumpleaños de mi cuñada Susa. Son parte de esa otra familia unida por la sangre. Pero no sólo la sangre hace familia. 
       Al fin y al cabo, Cintia, esto de ser de un mismo pueblo, participar de una misma comunidad cristiana o  tenerse afecto, crea lazos tan fuertes con los de la sangre. Tal vez mañana, vete tú a saber,viene Antonio, el chiquillo del domingo pasado y me pregunta.
-¿La chica que estaba hablando contigo el otro día es familia tuya? 
Y yo podría decirle sin problemas.
-Sí, es Cintia, es mi hija...
(Bueno, pues aquí van algunas fotos de hermanos, de los hijos de mis hermanos y los hijos de mis sobrinos... Qué familia más supernumerosa si unimos a estos con los de la parroquia. Qué gran regalo este de las familias)

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