Te regalo una historia, un cuento
y una canción
Me marcho este domingo a Tenerife con otras 54 personas más de nuestras parroquias. Les dejo aquí una bonita historia (me la contó Alejandro Santana), un cuento y una bella canción interpretada por la Hermana Glenda. Seguro que les gustará. Disfruten del domingo, del Día de la santísima Trinidad y del Día de Canarias. A la vuelta ya contaremos.
Me marcho a Tenerife un par de días, con otras 54 personas. Pero les dejio una hermosa historia (me la contó Alejandro Santana) y una bella canción, muy propia para este día (canta la Hermana Glenda). A la vuelta ya les contaré. Disfruten del Día de la santísima Trinidad y deEran las8:30, cuando un señor mayor, de unos 80 años, llegó al hospital para que le sacaran los puntos de un pulgar. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita a las 9:00 am.
Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su reloj y decidí, que ya que no estaba ocupado con otro paciente, podría examinar su herida. Durante el examen, comprobé que estaba curado, entonces le pedí a uno de los doctores, algunos elementos para quitarle las suturas y curar su herida.
Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, '¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?'
Él sonrió
y me acarició la mano, me contestó;
'Ella no sabe quien soy,
pero yo aún sé quién es ella.'
Se me erizó la piel, y tuve que contener las lágrimas mientras él se iba, y pensé,
'Ese es el tipo de Amor que quiero en mi Vida.'
UN CUENTO...
Este cuento se lo escuché a M. Carmen Martín. Por desgracia, me viene a la mente casi todos los días...
Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa mañana, ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su esposa. Le pregunté sobre la salud de ella.
Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí ya que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco años que ella no podía ya reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, '¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun cuando ella no sabe quién es usted?'
Él sonrió
y me acarició la mano, me contestó;
'Ella no sabe quien soy,
pero yo aún sé quién es ella.'
Se me erizó la piel, y tuve que contener las lágrimas mientras él se iba, y pensé,
'Ese es el tipo de Amor que quiero en mi Vida.'
UN CUENTO...
Este cuento se lo escuché a M. Carmen Martín. Por desgracia, me viene a la mente casi todos los días...
La carreta vacia
Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño silencio me preguntó: "Además del cantar de los pájaros,¿ escuchas alguna cosa más?"
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: "Estoy escuchando el ruido de una carreta." "Eso es" - dijo mi padre - "Es una carreta vacía."
Pregunté a mi padre: ¿"Cómo sabes que es una carreta vacía, sí aún no la vemos?" Entonces mi padre respondió: "Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía esté la carreta, mayor es el ruido que hace."
Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.
Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí: "Estoy escuchando el ruido de una carreta." "Eso es" - dijo mi padre - "Es una carreta vacía."
Pregunté a mi padre: ¿"Cómo sabes que es una carreta vacía, sí aún no la vemos?" Entonces mi padre respondió: "Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por causa del ruido. Cuanto más vacía esté la carreta, mayor es el ruido que hace."
Me convertí en adulto y hasta hoy cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de oír la voz de mi padre diciendo: Cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que hace.
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